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Serpentine Road

Gerardo Javier Garza Cabello


Se suponía que seríamos eternos y por eso decanté mil emociones para sublimar tu aliento y tu perfume, y así poder llevarte conmigo donde no estuvieras. Hoy no estás, y no sé qué hacer con esa eternidad en la que guardé tu esencia. No la puedo borrar de mis días, y en mis noches me das tregua; aun así, te sueño. Me atormenta saber que no dejas de latir, no dejas de existir. Esa maldita estela en la que se filtra tu aroma me golpea y me somete cada vez que el calendario marca el quinto día del mes. Probablemente, esas fechas que me abaten son para ti hojas en blanco donde escribes recuerdos nuevos, donde ni siquiera pensaste en mí. Yo, sin duda, he pensado en ti.

 

Y en algún lugar tal vez exista un pozo sin fondo donde arrojan las palabras que no decimos, las cartas que nunca enviamos, y tal vez ahí estén las confesiones que debí decir, las que debiste decirme, los dientes apretados y el orgullo que profetiza el día en que no estuviste más aquí. Mis dedos buscan en el lienzo de este espacio el aire que forma tu cuerpo, las figuras efímeras que se desvanecen y los instantes en que la realidad permite un guiño de otros tiempos, y el reloj las mutila y destroza, y regresa al cosmos que pintamos con los dedos, apuntando hacia el cielo en los días fríos de enero. Desde que te fuiste, el tiempo danza con la locura, se pierde en laberintos y se hace un eco que golpea paredes abandonadas donde nadie puede escucharnos, aun así decido gritar, por si algún día, en algún momento de inquietud, te abraza mi recuerdo.

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