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Gerardo Javier Garza Cabello

Lo poco que sabemos





Quisiera arrancarle las horas al reloj, los kilómetros al mapa, los días al calendario, comerme las nubes del cielo, todos los inviernos y las flores del mercado, las que te han visto de lejos, las que has tenido en tus manos. Quisiera reclamarle al destino la fortuna que sin duda nos espera, volverme las farolas de la esquina de ese pequeño cielo sobre una notaría, las banquetas y los vendedores ambulantes, todo lo que está tan cerca de tus manos, esas manos que tanto extraño. Los lunares de tu cuello, los misterios de tus ojos, todas las cosas que exploro en mis sueños, los pequeños sonetos que invento cada vez que pienso en tus labios.


Quisiera decirte al oído lo que te he dicho antes, despacio, titubeante, que encuentres en las cicatrices de mi voz las montañas de amor sobre las que me poso, para buscarte en la lejanía, para sentir que estás cerca, para engañarme y deleitarme, y aferrarme al próximo minuto, al que vendrá cuando el olor de tu cabello encuentre mi regazo. Extraño tanto tus brazos, la calma que me arrulla, tus caricias que aún perduran, aunque el calendario haya dado vuelta otra vez.


Quisiera perderme una tarde, por las calles de antes, entrar a ese restaurante con olor a pan, planear nuestro próximo encuentro, divagar soñando con viajes inciertos, garabatear en las hojas de la memoria que nacerá, el clima que habrá en aquel amanecer que nos espera, la cabaña a la que me has querido llevar, las canciones que he guardado para ese día, las películas que han marcado nuestra vida y que ahora serán tan distintas porque las veremos juntos. Todo lo que nos llevó a este momento, cada giro, cada vuelta, cada viaje apresurado, los días que no se tocan, tu cabello dorado y todas las noches que he soñado.



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