Te atrapé como a un sueño y te guardé en una galaxia remota, donde el estruendo de mis demonios no pudiera perturbarte. Porque merecemos un comienzo sin el sesgo de otros tiempos; después veremos si es más grande la luz que la sombra. Tengo una lista de deseos que quisiera explorar a tu lado, estelas de un tiempo nuevo con las luces en el cielo vibrando a nuevas emociones. Que el déjà vu se vuelva un jamais vu y que mi conciencia se convenza de la plenitud que cobijan tus brazos. Volver a sentir el calor del invierno y crear las líneas de un poema que no pueda corroer el tiempo.
Depositar en tu existencia mi latido, no hacer que cargues lo que alguna vez desgarró mi alma ni que repares las ampollas de un corazón que aún reciente el luto del ayer. Volver a ser amanecer, pero a tu lado, porque muero de ganas de volver a contarte todas las cosas que aprendí por si acaso nos topábamos en nuestro andar. Y así, sin aviso y de manera insidiosa, te transformarás en añoranza y verbo en futuro, elevándonos del suelo donde no pesen las piedras y las espinas que trajo el viento. Surcar nuevas latitudes, construir un puente de sonrisas donde podamos contemplar el mundo desde lejos hasta que la esperanza deje de ser un eco y se convierta en melodía.
Derrumbar los ladrillos que quedaron de las alcobas donde lloramos la ausencia de lo que hoy ya no pesa. Recrear tu mirada en las hojas de los árboles y las flores de un florero, como si estuvieras destinada a revelarme los anhelos de un sueño que ni en mi más grande optimismo me hubiera atrevido a soñar. Cúrame de tristeza, bríndame tu dulzura, sé la luna que no he podido abrazar, y que esta anécdota tan exacta se convierta en un manual, donde se vuelva materia un suspiro y los pájaros vuelen tu latido, encontrando tu destino llorando de nuevo, pero esta vez de alegría.
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