Vuelve a tomar todas las cartas que te he escrito, detente en cada palabra, saborea cada vocal. Dejé mi corazón en esa última postal. Recuerda al extraño que más te he amado, reconoce los colores que le has dejado al tiempo, destroza por completo ese último sentimiento, en el que recuerdas mi silueta desdibujada en otro tiempo. No nos puede representar el abandono cuando un día lo fuimos todo; es más, fuimos mucho más que todo, fuimos la eternidad, el tiempo hacia atrás, el bucle de las olas en el mar. No es otra ola la que nace cada ocaso, es el mismo roce en ese regazo, que fue la costa donde aprendimos a besar.
Deja de lado ese último beso, no fue más que el resto, no fue más que aquel día que rozaba tus mejillas en las colinas de un parque y el gélido clima, el de las gafas empañadas y las manos empuñadas, una entrelazando la otra. Recuerda lo afilada que fue tu nariz antes de que el tiempo te dibujara otro rostro, los ademanes más oscos y las sombras bajo tus pies. Hoy el mundo está al revés, no me reconozco entre estas líneas, pero sé que existen, sé que son mías, porque me late el corazón al recordar lo que ya he olvidado. No me dejes morir en el engaño de una disputa que terminó en el papel. Aún soy aquel. Vuelve a tomar todas las cartas, renuncia un día más a nuestro exhorto, porque necesito que recuerdes sin engaños todo eso que tal vez ya has olvidado, para que vuelvas a amar como antes lo hiciste.
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