Andromeda

Tal vez no hubo ni un ápice de casualidad en el camino que ha tomado mi vida. Fue un recorrido escrito y descrito por una fuerza más grande de lo que yo podría explicar. Todo se alineó con precisión para conectar los puntos entre tu rumbo y el mío, tejiendo hilos invisibles de historias con un inquietante equilibrio entre la tristeza que pesa y la felicidad que ilusiona. Creamos una constelación mientras avanzábamos, tú viviendo tu experiencia y yo la mía y si las estrellas en el firmamento pudieran narrar lo que ha sido significativo en nuestros caminos, nuestra constelación sería tan hermosa que resultaría indescriptible. porque hemos danzado por siglos, desde vidas pasadas y universos lejanos y tenerte hoy conmigo es tan improbable que no podría caber tanto azar en el manto estelar.
Incrédulo y tratando de comprender esta fortuna, comenzaría a hacer un mapa de los pasos que hemos dado, de las nimiedades que han influido, los días trascendentes, las fugaces emociones... lo bello y lo triste. Solo para al final comprender que necesitaba la dualidad para apreciar esta belleza, saborear también la creación gradual de una tragedia que se acumule y estremezca. Así, cuando llega la redención, brilla como un triunfo improbable ante los recuerdos que han llenado otros días grises. Mientras nos empapamos de una esencia distinta que sabe a sueños, premoniciones y gloria suspendida, podremos contemplar nuestras historias desde un lugar de paz en esa constelación que hemos construido a lo largo de nuestro viaje, hasta que sorprendidos podamos un día, reconocernos.